Xuelian. X (número romano)
X (diez)
Alpinista es un querer ser, un intento de ser algo, un objetivo. Es una idea que día a día pretendemos que tome forma, un sueño que muchas veces se ensaya y unas pocas se consigue. Siempre no se es alpinista; hay muchas jornadas en las que no cruzamos ningún límite, hay ocasiones en las que solo entrenamos, otras que la exploración resulta infructuosa y hay algunas en las que simplemente no estamos al nivel exigido. Por todo ello cuando alguien dice que es alpinista, me sonrío, ¿cómo se puede hablar sin que te suden las manos, sin que sientas un escalofrió en la espalda? ¿sin que te avergüences de ser tan mediocre?
Todos los días cuando me levanto mi primera labor es ajustar la cafetera y ponerla sobre el fuego de la cocina, después ya paso a lavarme y a abrir los ojos. Tengo un papel con una lista, un decálogo lo llamarían algunos (X en la numeración romana) solo que no son diez, de los objetivos que me marco para intentar ser alpinista. A lo largo de los años ese escrito ha estado pegado en la puerta del frigorífico, en el espejo del baño…se ha roto, perdido o manchado de tomate, pero ahí sigue. De modo que es lo primero que veo todos las mañanas. Y así me recuerdo cada día el intento de ser alpinista, la verdad es que la mayoría de las veces, por una u otra razón no lo consigo:
Ser irrespetuoso. Reírme de mí lo primero, sabotear el globo del ego. El principal peligro del alpinista es uno mismo.
Irreverente. Con todos los profetas de salón, con todos los que hablan desde la comodidad de no arriesgar nada. Con los que han sido y se han quedado momificados, con los que jamás serán nada.
Sin límites, no hay barrera que no pueda saltar, derribar o rodear. Besa o mata. Cuando haga falta pondré toda la carne en el asador. Siempre se puede ir más allá.
Simplicidad, lo más sencillo es lo más profundo. Alpinismo es minimalismo, tanto de equipo como de compañeros, todo lo que pueda hacer con menos no tiene sentido hacerlo con más. Tendré que mejorar más para hacer con menos, no hacer con más para ser menos.
No explicar, ni convencer, ni argumentar, ni catequizar a nadie. Quien quiera hacer alpinismo lo hará, sí de verdad lo quiere. No tengo que buscar excusas, tengo que ir.
En Silencio. No chillare en los salones, ni inundare las webs con mi saliva para que se me conozca. Escalare para mí y mis amigos, y que mejor manera de hacerlo que no tener que contarlo.
Libres (y en libre). Voy o no voy, muero o sigo viviendo, me doy el paso o caigo. Pero acierte o no, solo yo decido, solo yo lo arriesgo todo por nada.
Es un juego. Donde la apuesta es la vida. No vivir o morir, sino cómo vivir.
Es una partida con mis reglas, pero no amañada. Disfrutaré y padeceré, pero ni ganaré ni perderé.
Responsabilidad. Si dejo alguna huella no será porque haya destrozado la roca, el bosque, los ríos o la montaña. Será porque he dejado alguna señal en el pensamiento de los compañeros.
Por mis propias manos. Sin ayudas exteriores, sin cuerdas prefijadas, sin anclajes preestablecidos, sin oxigeno, sin drogas, ni campamentos previos, ni depósitos de material…es una renuncia, no una acumulación de despropósitos.
…En estilo alpino, pero tal vez no tanto. O tal vez sí y el límite tenga que estar muy alto para que realmente merezca la pena intentarlo. La cafetera protesta escupiendo café, es un nuevo día, el material esta listo y el amigo espera. Lo único que importa es estar ahí afuera una vez más.