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Objetividad
“El oxígeno no es doping… si hubiera un control de doping en el campo base del Everest la cifra de alpinistas que usan sustancias dopantes sería altísimo.” Pontifica Reinhold Messner. Como vemos es una opinión totalmente personal y absurda; es como decir que excuso mis robos en base de que otros también los cometen. Y más que cerrar un tema abre nuevas dudas, porque con este comentario parece que en el Everest todo el mundo va drogado, y si es así las federaciones van a tener que abrir un comité de desintoxicación.
La Objetividad es el valor de ver el mundo como es, y no como queremos verlo. Los seres humanos somos una compleja mezcla de sentimientos contrapuestos, raciocinios utópicos, experiencias parciales y aprendizajes variopintos. Todos estos elementos son los que brindan a una persona una percepción de la realidad; en verdad y sin remedio bastante distorsionada.
El mundo de la montaña, como el del mar o el del aire, a diferencia de todas las demás modalidades deportivas, es un lugar donde manda lo subjetivo, por esto mismo nos podemos pasar la noche hablando de ética en el refugio rodeados de botellas de vino y latas de cerveza, y lo único que nos quedará al día siguiente es el dolor de cabeza de las bebidas espirituosas, no habrá ya resto de los argumentos sostenidos con vehemencia en la negrura de la reyerta con los piolets desenvainados. ¿Quién no ha estado en desacuerdo alguna vez con el grado de una vía o con el horario marcado en una ascensión a una montaña? Hace poco leí el relato de una escalada en la que sus protagonistas la consideraban 100% lograda (así lo ponían) pero se habían quedado a cien metros de la cumbre. La discusión esta servida y además no llegaremos a ningún acuerdo, menudos somos los montañeros para ceder en nuestras opiniones. Por lo menos las revistas, con las polémicas, tendrán algo en que invertir el tiempo. Pero precisamente este juego es lo que da a este deporte su esencia de libertad, y por otra parte de anarquismo. Cada cual disfrutará de las ascensiones de una manera distinta y tendrá que gestionar su integridad física como crea oportuno. También es algo que también nos va a traer en el futuro problemas con la administración. Educación no comprende que en montaña 2+2 puede ser 3,5 o 4 o 4,5, vamos que por ser educación se tendrían que plantear los teoremas de Gödel, donde la verdad es inalcanzable o más bien indemostrable. Y en los temas de seguridad el estado no entiende que el riesgo se gestiona, que no hay varitas mágicas para controlar el riesgo, como pueden ser vetar un territorio o cobrar con la escusa de la eficacia preventiva por el temor al pago o la prohibición. Un vez metidos en la subjetividad habría que diferenciar la opinión personal, de la mentira intencionada y de la responsabilidad de la libertad. Todo puede ser muy subjetivo, pero cuando pongo un horario muy apretado en una guía para que mi ego brille, soy responsable de las consecuencias de los errores de valor que pueden cometer los usuarios de esa guía. Es muy fácil llenarnos la boca con determinadas frases cuando después esquivamos la responsabilidad de nuestros actos.
¿Tienen las cosas valor porque las deseamos o las deseamos porque tienen valor? La primera opción defiende que los valores son subjetivos, es decir, que su existencia depende del sujeto que valora. La segunda, que los valores son objetivos, es decir, que existen independientemente del sujeto que valora; éste, los descubre. Seguramente cada uno de nosotros tendremos que averiguar en cada momento en que punto estamos.