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Nudo
La expresión nudo gordiano procede de una leyenda según la cual Gordias, un campesino de Gordión, la capital del antiguo reino de Frigia (en la actual Turquía central) llevaba sus bueyes atados al yugo con unas cuerdas anudadas de una forma tan intrincada que era imposible desatarlas. Según la tradición, aquel que consiguiera desatar el nudo gordiano tendría vía libre para conquistar Oriente. Cuando Alejandro Magno se dirigía a conquistar el imperio Persa, en el año 333 a.n.e., tras cruzar el Helesponto, conquistó Frigia, donde se enfrentó al reto de desatar el susodicho nudo. Al no poder desatarlo, la solución expeditiva tomada por Alejandro Magno consistió en cortar el nudo con su espada. Así, según el oráculo, Alejandro pudo conquistar Oriente.
El nudo o los nudos pueden ser un buen símbolo del alpinismo. Para algunos es la cuerda y su derivado la palabra “cordada” quienes ostentan ese distintivo, pero no olvidemos que algunas actividades alpinas se realizan sin cuerda; como el bloque o la escalada en solo, y que al final lo que nos une a la cuerda es el nudo. Nos atamos los gatos, las botas, cerramos la bolsa del bocadillo con un nudo y cuando se nos caen los pantalones, con un trozo de cuerda atada, nos los podemos sujetar. Asimismo, como vio Alejandro, un nudo es más cosas que el apartado físico, técnico de una maniobra con una cuerda, puede ser también la metáfora de muchas cosas; el nudo mortal que Toni Kurz no pudo superar cuando colgaba de la cara norte del Eiger, las cuerdas de las que se liberaba siempre el escapista Houdini, el misterio que supone para un profano la maniobra del rappel: deslizarse por una cuerda y después quitarla sin dejar nada, los nudos empotrados del Elbsadstein y el nudo que se nos hace en el estomago o en la garganta cuando el miedo nos atenaza. Hace unos pocos años poder realizar correctamente el nudo del zapato o de la corbata era la prueba demostrativa de que podíamos entrar en el mundo de los mayores, por lo menos era un argumento de nuestra independencia; no nos hacia falta nadie para vestirnos. Ahora con velcros y clips ya no hay nudos con lo que no sé si somos más hábiles o más inútiles.
Viendo las últimas actividades de gente como Kiliam o Ueli, si nos fijamos bien en las fotos o los videos, vemos que no llevan casi ningún nudo, ¿será porque les pesan? Ni las zapatillas llevan hoy en día nudos. Todo son cintas, hebillas o cierres plásticos. Podríamos pensar que para estas personas el nudo ya no representa nada. Pero sin embargo es ahí donde entramos en la parte más intrincada de lo que representa un nudo, y esa es la parte en donde esta más relacionado con el alpinismo, cuando el nudo somos nosotros mismos. Donde el nudo es la complejidad y las decisiones; atar, desatar o cortar. Tenemos que decidir, nosotros solos, entre seguir, bajar, sufrir, reír o enfrentarnos a la posibilidad de la muerte, es un nudo corredizo que nos envuelve, ¿o tal vez es de fuga? El nudo es una buena imagen del problema y la solución. ¿Qué es lo que tenemos que hacer? ¿Cuándo hay que sacar la espada y cumplir con el oráculo?
En la tradición tibetana, el nudo infinito es símbolo del cambio incesante de las manifestaciones, el entramado de líneas recuerda el modo en que los fenómenos están interconectados entre sí en un ciclo cerrado de causa y efecto. Toda existencia, nos dice, está vinculada con el tiempo y el cambio, para finalmente descansar serenamente en lo eterno, la mente iluminada.