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Japón

¿Qué conocemos de este lejano país? ¿Qué es una isla? ¿O son varias islas? Así de súbito recuerdo el Tsunami del año pasado, Hiroshima, el judo y el restaurante con palillos de la esquina. Si pienso un poco más, recuerdo el manga Akira, los versos breves de los haikus, las olimpiadas de Saporo y Paquito, los libros bellos y tristes de Kawabata, y las películas de Kurosawa y Kitano.

Desde el punto de vista de la montaña, lo primero que se me viene a la cabeza es la visión de las nieves del sagrado Monte Fuji, y las pinturas de Hokusai referentes a él, una de las más famosas: La gran ola. A partir de ahí me cuesta relacionar montaña y Japón. Sin embargo las historia de alpinismo efectuadas por los hijos del imperio del sol naciente son numerosas. Poco a poco voy repasando y pienso, por ejemplo, que el lugar donde dicen que más nieva del planta es en la isla norte, con alrededor de trescientas estaciones de esquí. Recuerdo también las postales que se venden en Grindelwald de la cara norte del Eiger, donde están marcadas las tres rutas más representativas de la pared, una de ellas es la directísima japonesa del año 1969, abierta a lo largo de todo un mes por un equipo de seis alpinistas. Así llego hasta la primera mujer en la cumbre del Everest realizada en el año 1975 por Junko Tabei. Si sigo buscando un poco más veo que en todas las grandes montañas del Himalaya o del Karakorum hay alguna vía japonesa; en la cara oeste del K2, en la pared norte del Everest. No en vano viven más cerca que los europeos de esas cordilleras. Tal vez por ello su tradición en las montañas es amplia; tanto en escalada deportiva, recordemos a Yuji Hirayama, en las paredes de Yosemite o en la ascensión sistemática de todos los sietemiles principales que han ido quedando vírgenes como, por ejemplo, el Namcha Barwa 7782m., cima que cuenta con una sola ascensión. Igualmente muchos proyectos modernos de cordadas de todo el mundo provienen de fotos del incansable explorador Tomatsu Nakamura que con 75 años sigue buscando esquinas desconocidas en las montañas de Asia. Las nuevas generaciones de alpinistas japoneses como el grupo de los llamados Giri Giri Boys, con sus videos de humor amarillo, todos los años están rondando con sus nuevas aperturas las mejores actividades internacionales del más puro estilo alpino.

¿Como es posible que sepa tan poco del alpinismo japonés? Kei Taniguchi, única mujer galardonada con un piolet de oro, y que recogió el galardón ataviada con el traje tradicional de su país. Me comentaba un día que sus compatriotas son muy suyos y que les cuesta mucho abrirse y relacionarse con alpinistas de otros países. Incluso buscando datos para un trabajo de historia del alpinismo he encontrado alguna cosa. ¡Pero todo esta en japonés!

Pensando en nosotros mismos, una de las libertades del alpinismo es que se pueden formar equipos totalmente heterogéneos. En momentos de la historia del montañismo ciertos logros han tenido un valor nacionalista, pero el alpinismo siempre ha estado abierto a que la cordada no tiene más frontera que la amistad, desde Bonatti-Vaucher, Scott-Hiebler, Kurtika-Schauer, Moro-Urubko, hasta Lafaille-Iñurrategi. Una de las particularidades de este deporte, que lo diferencian de los demás, es que compartimos el juego con quien queremos. Este año intentaremos crear una cordada hispano-japonesa, tortilla de patatas con sushi. No sabemos que saldrá de ahí, pero seguro que nos reímos y además lo fotografiamos.

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