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Inútil
Siempre me ha resultado curioso que cuando en las noticias, no especializadas, se habla de un montañero; a causa de hacer un programa de televisión bochornoso, como escritor de un libro patético, o que se ha accidentado y se ha abierto la cabeza. Siempre se le califica de montañero experimentado. A mí me gustaría saber quien o qué institución da ese título y ese honor, tal vez me podría interesar optar a esa corona de laurel. ¿Experimentado en qué, me pregunto? Uno puede ser un buen escalador, técnicamente hablando, y perderse en el primer cruce de caminos. O llevar muchos años saliendo a la montaña y no por ello hacer una sola cosa a derechas. Aprenderse todos los manuales de memoria como un loro y sin embargo no saber donde esta el norte. Hoy en día salen expertos y especialistas de debajo de las piedras, nunca mejor dicho, y ciertamente sin estar en absoluto probados. Los piolets técnicos empiezan a ser demasiado abundantes y las ideas cada vez más escasas.
En una entrevista reciente, Denis Urubko decía que la diferencia fundamental del alpinismo de los países del este a los de Europa occidental es la libertad. Hace unos años el alpinista era un hombre inadaptado, una raza que no podía estarse quieta, que nunca aprendía a descansar. Inadaptación puesto que la libertad lleva a la autorrealización, crearse la propia forma de ser. Actualmente ojeamos las revistas, tanto privadas como federativas o de clubs, y mayoritariamente solo vemos trofeos, marcas, publicidad, ordenadores, entrevistas vía teléfono satélite y rocambolescas realizaciones para tener algo que decir. ¿Donde a quedado la libertad? ¿El placer? ¿Como puede ser seria una diversión que pretende ser olímpica? Ya hemos llegado al punto de que si no estas en las redes sociales a los patrocinadores ya no les interesas, hagas lo que hagas. Tal vez tendríamos que crear; como en la ex unión soviética, una carrera salvaje a un Khan-Tengri hispano para saber quienes son los mejores. Tendríamos muchas sorpresas de montañeros realmente inútiles entre los que pretenden estar siempre en alguna foto. También siempre es bueno conocer alguna parodia del montañismo realizada por alguien ajeno al sistema, para ello nada mejor que ver los cortos de Monty Python sobre alpinismo, tal vez así comprendamos el ridículo que hacemos cuando contamos nuestras gestas a una audiencia anónima.
En un país donde el dinero público no es de nadie, frase de una ministra de economía, y donde se ríe la gracia del tramposo, es lógico que además de la inutilidad exista el intrusismo. El intrusismo es una forma de inutilidad, se desacredita uno así mismo menospreciando el trabajo que realiza, o bien porque se cobra un precio inferior a lo que valen las cosas o bien se realizan el trabajos con escasa preparación o nula titulación. Y así nos va como país, y más ahora que con la escusa de una mala economía cada cual barre más para sus intereses personales sin importarle para nada la comunidad, eso si cuando hay reparto todo el mundo pone la mano.
La mejor definición de alpinismo es la dada por Lionel Terray con el título del libro donde cuenta su autobiografía: Los conquistadores de lo inútil. Terray, con esas palabras, se refería a la falta de provecho material que se sacaba en la conquista de las cimas. ¿Que se buscaba ahí arriba? Materialmente nada, espiritualmente todo. Era la filosofía de la época en que se invento esto de subirse a las montañas. Pero como en todo, los valores actuales han cambiado las cosas, hoy en día es más valida otra idea de la palabra inútil: la de quien no sirve para nada, en este caso en la montaña.