Fauna, Faus, Favresse, Ferrata, Fijar, Fisurero, Fitz-Roy, Flora, Foehn, Foraker, Fowler, Fraga, Freeclimbing, Friend, Frison-Roche, Futuro

Futuro

He tomado el tren del tiempo hacia 2066 y me he ido a escalar. Ahora no parece posible pero en el 2066 será algo habitual y por ello podremos viajar al futuro ya existente, esa porción de la línea temporal que todavía no nos ha sucedido. El futuro inexistente es en el que jamás ha estado aun el ser humano y donde tal vez nunca llegue a encontrarse. En este tren no se puede viajar con equipaje pues con él confundiríamos a los hombres de las distintas épocas. Viajamos sólo con nuestro cuerpo en estos vagones silenciosos, y contemos lo que contemos, de otros mundos pretéritos o futuros, a quien nos encontremos en las estaciones del tiempo, aunque sea la pura verdad, nadie nos creerá.

He concertado una cita a través de las imágenes con unos colegas del futuro, ellos me van a organizar una salida a una de las zonas permitidas para la escalada en el 2066. Hay distintos tipos de espacios según su protección natural, los más protegidos son intangibles para el depredador humano, son reliquias de los recuerdos de otros pasados que sólo son accesibles a los científicos. La escalada esta incluida dentro de los espacios deportivos exteriores de serie B, junto a otros deportes como el remo, la petanca o el paintball.

Creo llegar a 2066 al anochecer, porque las luces tenues y la pastosa bruma constantes no me ayudan a identificar la hora. Vienen a recogerme en unos extraños vehículos, desplazadores no contaminantes les llaman ellos. Mientras mis nuevos compañeros acaban de trabajar en sus pantallas yo voy preparando mi maleta bajo sus instrucciones: hay que llevar suficiente agua purificada, que en este tiempo es un artículo de lujo, cuando les hablo del magnesio me miran con cara de extrañeza, no saben lo que es, otro tanto ocurre con los pies de gato, hace años que triunfó la moda de escalar descalzos, era más libre. El material técnico esta en las zonas de recreo, se considera un desperdicio que cada individuo tenga su propio equipo.

Al amanecer, por lo menos creo que lo es por lo poco que he dormido, salimos, es un decir, de la amplia ciudad que se extiende por todas partes. Sólo se ven casas durante el trayecto, inmensas colmenas de cristales de edificios autosuficientes energéticamente que se pierden en la niebla, o villas como fortalezas con altas alambradas y de vez en cuando se vislumbra una pequeña mancha verde que colorea el paisaje. Cuando llegamos al espacio deportivo un robot inteligente nos permite el paso a los chino-blancos, tras introducir nuestras tarjetas federativas de chips en el lector de la entrada. La mía ha sido pirateada porque evidentemente en este tiempo por venir no existo.

La escalada, como todos los deportes permitidos, no tiene ningún peligro físico para evitar al estado los gastos derivados de los accidentes producidos en la práctica de esta. Los lugares para subirse son monolitos prefabricados, siguiendo la normativa del momento, colocados en alguna zona natural generalmente remodelada, rodeados de mesas para el picnic, vestuarios con duchas secas y sala de material. Por supuesto la escalada en hielo es imposible, el artificial anacrónico y el alpinismo hace años que ha desaparecido y está prohibido. Sí se usa, sin embargo, el deporte-turismo como una válvula de escape para las tensiones sociales, muy abundantes por otra parte. Como sólo existen los deportes de masas el número de metros que se pueden escalar está limitado, para que todos los ciudadanos que lo anhelen tengan la posibilidad de practicarlo. La gente procura hacer pocos metros pero efectivos. Como todo esta informatizado se puntúa en las vías: la dificultad que hemos realizado, el tiempo que hemos invertido, la ropa que llevamos, etc. El ranking se puede consultar en Internet con el código de nuestra tarjeta, se considera que no hay trampas y que todo es real porque todo esta controlado numéricamente, también existe un sistema de apuestas del estado.

Hay que vigilar el caer de la tarde porque las brumas no nos permiten apreciar el descenso del sol y el fin del día. Cuando se acerca la noche hay que estar ya en casa para no gastar luz innecesariamente y no tener ningún encuentro desafortunado en las calles o autopistas. Asimismo se cuenta que por la noche salen unos seres extraños que viven en los huecos de las rocas, no se sabe como subsisten pero ahí están. La leyenda urbana dice que están locos y si te los encuentras en tu camino te abducen y te conviertes en uno de ellos. En realidad es otro mundo paralelo al que también podemos viajar pero en otro tren.

info@edicionesverticualidad.com