Push

Push

Título: Push
Autor: Tommy Caldwell
Año: 2017
Idioma original: Inglés
Primera edición en español: 2018, Ediciones Desnivel
Traducción: Rosa Fernández-Arroyo
Editorial: Penguin Random House

Push, sería lo que en español en escalada gritamos para animar o animarnos: ¡Aprieta! Pero para Caldwell ese apretar va más allá del solo acto deportivo de llegar al límite. A su historia le sabe dar calor humano en todos los terrenos de la existencia, para él es la culminación de toda una vida luchando para superar sus propios límites e ir más allá.

Yo no sabia que me podría encontrar en el relato de un escalador en roca. Un escalador que se afanó en la escalada deportiva, para más tarde especializarse en la escalada libre en pared de varios largos, sobre todo en el espectacular valle de Yosemite y concretamente en la pared de El Capitán, donde además alguna de sus escaladas ha sido ampliamente mediatizada. Pero al final lo que Caldwell vive es una intensa pasión por subirse a las piedras en escalada libre, como tantas otras pasiones que a otras personas les merece la pena poder vivir: escribir, bailar, investigar, etc.

¿Era egoísta pasar tanto tiempo de mi vida haciendo una actividad que no tenia beneficio directo con nadie, salvo para mí? Y, sin embargo, ¿acaso no es eso lo que hace casi todo el mundo, acusando muchas veces de egoísmo a los demás? La mayor parte de las personas solo tratamos de buscarnos la vida, tratando de conectar con la gente, los lugares y las cosas que amamos; cada cual intenta vivir con sus propósitos y valores individuales, y si somos tan afortunados como para tener una intensa pasión, entonces es una verdadera bendición. Cuando lo miro así, la escalada no necesita mucha defensa.

Push relata, de modo autobiográfico, el recorrido vital de un niño tímido, cuyo padre se propuso inculcar en su hijo la fortaleza mental y física suficiente como para afrontar la adversidad. Suena un poco a las historias, que les gustan tanto a los yanquis, de liderazgo. De hecho ahora Caldwell también se dedica a dar conferencias de superación ante la adversidad. Pero en el libro sabe contarlo con toda la honestidad y la sencillez de alguien tímido, ha sabido transmitirlo con total naturalidad, dejando la prepotencia fuera de su mundo, esto a veces es algo difícil de hacer para alguien que tiene alguna habilidad por encima de la media.

Así se forjo un adolescente cuya naturaleza obsesiva lo llevó primero hacia los circuitos de la escalada deportiva. Pero después la inclinación de Caldwell hacia la aventura lo llevó al mundo vertical de la escalada en libre de grandes tapias, una modalidad en la que consiguió realizar varias primeras ascensiones en paredes y montañas de todo el mundo: varias vías en libre de alta dificultad y en el día en Yosemite, record de velocidad en The Nose la vía más mítica e El Capitán, travesía de todas las agujas del macizo del Fitz Roy en la Patagonia (Piolet d’or 2015) con Alex Honnold. Pero su evolución estuvo repleta de luchas. Siendo un joven veinteañero, él y otros tres escaladores fueron prendidos como rehenes por unos rebeldes en las montañas de Kirguistán. Para salvar sus vidas Caldwell empujó a uno de sus captores al vacío: tuvo que elegir entre matar o morir. También tubo otros contratiempos en su vida, perdió el dedo índice izquierdo en un accidente cortando tablones (una lesión devastadora para un escalador) y, finalmente, transitó por los problemas sentimentales que toda persona alberga en su alma. Finalmente se marcó el objetivo de escalar en libre la Dawn Wall, la pared más grande, lisa y vertical de El Capitán. Crear y escalar aquella ruta en semejante océano de granito le llevó más de siete años de preparación, pruebas, e intentos.

A principios de mi trayectoria como escalador, el éxito llegaba porque mejoraba la eficiencia, no porque venciera límites preconcebidos. Pero en Kirguistán atisbé ese otro lado. Descubrí que en los momentos en que todo parece perdido, cuando piensas que ya no puedes ir más allá, a veces toma el mando el instinto de supervivencia. El organismo se llena de energía y sientes que todo es posible. Seguramente lo llevamos en los genes, una parte de la evolución humana desde el origen de los tiempos. Sentía una curiosidad extraordinaria acerca del límite de las capacidades humanas. Sabía que podía hacer mucho más.

Generalmente los alpinistas o escaladores de alto nivel no son grandes escritores. En este caso Caldwell reconoce y da las gracias a Kelly Cordes por su ayuda, incluso habla de él como coautor. El libro esta escrito en atractivo estilo autobiográfico de sencillez y sinceridad, lo que le da una calidez humana que lo hace perfectamente creíble y entrañable. La vivencia de la primera persona, aunque le hayan ayudado a escribir, marca su historia y la transmite. En las historias de montaña es importante esa modestia de quien ayuda, por su técnica, a transmitir la obra, pero que después sabe permanecer a la sombra para no entrometerse con su pensamiento en una biografía que no es la suya. Esto desgraciadamente ocurre muchas veces, en que quien ayuda se convierte en protagonista de la historia de otro. Lo importante es la vivencia personal, y que alguien nos ayude a plasmarla es perfectamente correcto y enriquecedor, pero no más.

Lo humano es lo que hace que Caldwell, con su escrito, nos haga participes de su vida. Su desesperación cuando empuja al rebelde en Kirguistan, sus amores y desamores apasionados, o cuando en la Dawn Wall decide esperar a que Kevin encadene también la vía para acabar los dos juntos e iguales. Así mismo su visión de ser padre de familia y del riesgo que puede asumir en sus escaladas.

Escalar es descubrimiento personal, es cumplir tus propios deseos. Criar niños es darte a otra persona. ¿Hasta qué punto el ser capaz de reconocer cuándo necesitas alimentarte a ti mismo forma también parte de ser un buen padre?

Un libro que merece la pena leerse, que nos cuenta que nada es fácil y que detrás de toda vida hay un montón de esfuerzos por conseguir lo que se quiere. Si alguien logra llegar más allá de sus limites es que lo ha luchado en el día a día desde hace mucho tiempo.

He estado en lugares tan bellos que escapan al entendimiento. He estado inmerso en nevadas, mientras la luz de los relámpagos temblaba en la atmosfera a mi alrededor. He pasado noches silenciosas bajo las estrellas inmaculadas de cielos lejanos, he reído cuando el viento difumina la luz del sol y borra cualquier otro sonido. En esas ocasiones, el asombro inunda cada una de las células de mi cuerpo, me regala un inacabable manantial de energía y una capacidad infinita para amar. Me hace cambiar. A pesar de lo mucho que me he transformado, sigo siendo un niño, lleno de curiosidad acerca del mundo, persiguiendo mis sueños de cumbres lejanas.

 

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